Me encanta, carajo...

Nico

Nico se apoyó en el borde de la fría mesa de acero, con los brazos cruzados sobre el pecho, tratando de no fijarse en el charco de vómito que se estaba solidificando cerca de las patas de la silla de interrogatorios.

Nada como un poco de guerra psicológica ligera antes de la cena.

Lola e...

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