Deja las magdalenas.

Lola

Se despertó con el sonido de una respiración.

No la suya. Más profunda. Más lenta. Exasperantemente constante.

Luego vino la conciencia—un cuerpo muy firme, muy cálido debajo de ella, el latido de un corazón contra su mejilla y una ligera sensación húmeda en sus labios.

¿Qué demonios—

Parp...

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