Celestina.

—¿Estás sorprendida? —Marie me preguntó, su cara sonrojada de felicidad.

—¿Estoy sorprendida? Claro que sí. Estoy anonadada. Estás aquí. ¿Cómo es que estás aquí? —pregunté, aturdida, pero tan feliz.

—Queríamos sorprenderte —Caine se rió, y asentí—. Considérame sorprendida. ¿Cuándo te vas? Necesito...

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