Incendio forestal.

Mi piel hormigueaba como si cada nervio hubiera sido encendido por el sol. Mi estómago daba vueltas una y otra vez, las mariposas chocaban salvajemente. Mis rodillas estaban débiles, así que me recosté en el suelo. Mis mejillas dolían de tanto sonreír.

—Te ves muy bien, Ace— murmuró, y sonreí tan a...

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