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Quinn

Era un entrenamiento. Uno duro. Podía sentir que los hombres estaban cansados, pero no iba a detenerme. No iba a dejarlos ir. Estaba enojado, no conmigo mismo, no con los hombres ni con su líder, sino con sus enemigos.

¡Qué tontería! No pensé que alguien pudiera ser tan tonto como para pedir...