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Era el día de la revelación. Fue un lío intentar calmar a mamá después de que nos viera a Quinn y a mí besándonos. Nos miró con los ojos muy abiertos y con incredulidad.

—¿Alguien puede decirme qué está pasando aquí? —gritó.

—Por favor, cálmate, mamá —le rogué, con la cara roja de vergüenza.

Esta...