32. La verdadera historia de la mujer en la cueva

Mia

Salimos afuera y le pedí a Quinn que me soltara, pero no respondió. Los hermanos seguían caminando, burlándose unos de otros, y finalmente me di por vencida cuando me di cuenta de que querían llevarme a mi habitación.

Me sentía incómoda pero, curiosamente, en paz en su presencia y en los brazo...