97. El bosque espeluznante

Jack

Salimos del taxi, le dimos una propina al conductor y nos colgamos las mochilas a la espalda. Él sonrió, extremadamente agradecido por la generosa propina y no dejó de agradecernos hasta que nos perdimos de su vista. No tenía que hacerlo. Simplemente era su día de suerte. No lo habríamos hecho...