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El ruso, estaba tan encima de mí, que terminaba dándole la espalda a mi marido, cuya belleza me derretía en cualquiera que fuera la circunstancia. Incluso allí al borde del peligro constante, le veía hermoso.

Él, en cambio, me miraba con ira. Estaba molesto por mi desobediencia que por otro lad...