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ARIA

—Aria. Ven aquí, por favor— escuché la voz de Sandro desde una habitación en el ático, llamándome. Sonaba más serio de lo habitual y eso captó mi atención de inmediato.

Dejé caer el cuchillo, decidiendo no cortar mi manzana y en su lugar darle un mordisco. Y, por supuesto, era la mejor maldit...

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