64. PAGANDO LA DEUDA

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— Pues sí, ya veo que al final resulta que si tenías agallas, no para defender a tus mujeres, pero sí para salvar tu propia vida, qué honorable – le respondo ya un poco aburrido, quiero volver a mi manada con mi mujer.

— Te lo iba a hacer comer ahora, pero creo que ni lavándome los ojos luego...

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