** ¡Estoy casado!

Me alejé de él cuando su cabeza se inclinó más abajo. Su boca rozó mi hueso pélvico, suave como un suspiro.

Me sacudí con fuerza, hundiendo mis caderas en el colchón para escapar del calor de su boca.

Él me siguió de todas formas.

Jadeé por la nariz, respirando en furiosas y entrecortadas ráfagas, c...

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