Capítulo 4 Secretos.

Huang dejo salir un suspiro, en su mente solo estaba lo que él había hecho, que no era mínimo, pues había amenazado con una navaja a Renzo, pero solo fue eso, además de que solo era un crio defendiendo a su hermana, no se merecía tal venganza de parte de los Bach ¿o sí?

— Hey, ¿estas bien? — Raiden lo veía con preocupación y Huang sintió pena de él mismo, hubiera sido diez veces mejor saber su orientación sexual con su amigo que caer en la burla de Renzo.

— Sí, ¿Por qué lo preguntas? — con la tranquilidad que lo caracterizaba Huang se puso de pie, dejando un poco embobado a Raiden, no era solo la belleza que el oriental desprendía, también era su forma de vestir, Huang estaba orgulloso de su cultura, y sin importar que muchos giraran a verlo, siempre vestía las túnicas destinadas a los guerreros o emperadores.

— Estaba tocando tu puerta y como no abrías decidí ingresar, llevo casi cinco minutos viéndote. — eso hubiera provocado que las mejillas de Huang enrojecieran, en cualquier otro día, pero en ese momento el rostro de Huang estaba tan ceniciento que parecía un muerto, su corazón había casi dejado de latir por escuchar las burlas de Renzo, como se jacto de que lo hizo gemir como una… no lo pensaría, ya no queria pensar.

— Disculpa es que… hace tiempo que no voy a casa, ya sabes, sé que cuando ingrese a la villa Zhao lo primero que hare será buscar a mi abuelo y él ya no está. — no era mentira, al menos no del todo, él tuvo al mejor abuelo del mundo o al menos eso pensaba.

—¿Por qué no vienes a pasar navidad con mi familia, conmigo? — ¿le estaba coqueteando? Al menos eso parecía, le estaba mostrando esa sonrisa que Raiden solo usaba con sus conquistas.

— Gracias, pero no puedo, mi padre pidió por nosotros.

— ¿Y eso? ¿crees que ya escogió al próximo líder de tu clan? — Huang se pateó mentalmente, ¿Cuántos errores había cometido desde que estudiaba en Canadá? Varios, sin lugar a duda.

— No lo sé, y a decir verdad no me interesa, solo… trata de olvidar lo que te conté Raiden, es por tu bien, si mi hermano se entera que tu o cualquiera sabe quién soy, o mejor dicho a qué clan pertenezco, me deberé cambiar de universidad, sin contar que te matara solo para estar seguro de que nuestro secreto está a salvo. — Huang no mentía, Shen era precavido y un poco sádico.

— No te preocupes, puedes confiar en mí, seré una tumba… o me convertiré en una. — Definitivamente era un idiota, debió perder su virginidad con Raiden, pero ya era tarde para lamentarse, seguiría con su vida, como si nada hubiera pasado, o al menos eso pensaba. — Por cierto, creo que ya vinieron por ti.

Un automóvil negro esperaba por el oriental, y sin perder tiempo en un abrir y cerrar de ojos, estaba en el avión privado de su familia.

— Trueno. — dijo su hermana apenas lo vio ingresar en el ave de metal y acto seguido lo abrazo con fuerza. — Mi brillante trueno, el más hermoso de todos. — continúo alabándolo y Huang vio a Shen que estaba en uno de los asientos.

— Mi pequeña hermana está demasiado melosa, con este insignificante hermano, ¿Qué te traes entre manos? — indago luego de darle un beso en la cabellera tan negra como la noche.

— Lo mismo me pregunto, a mí me dijo que era el más fuerte y audaz. — acoto Shen segundos antes de ponerse de pie y saludar a su hermano.

— Esta pequeña es tan astuta como un zorro de siete colas, debe querer algo de nosotros. — murmuro de forma conspirativa Huang.

— Claro que sí, si es una serpiente venenosa con cara de … — la más joven de los tres golpeo sus cabezas y estos comenzaron a reír.

— Queria hacerlo por las buenas, pero ya que son así… quiero ir a Colombia, quiero ir a la selva, deseo visitar el imperio de tía Agustina y ustedes me ayudaran. — los hombres endurecieron la mirada, no les gustaba que su hermana cada día se empecinara más y más en visitar a Agustina Scott, mejor conocida como la emperatriz, querían a la colombiana, la conocían desde siempre, ya que era amiga y socia del clan, tenía buenos sicarios, pero no le gustaba para nada la forma en la que Juan José, el hijo de Agustina y Esperanza veía a su pequeña y joven hermana.

— No cuentes conmigo. — aseguro Shen y Mei sabía que no lo haría cambiar de opinión.

— Yo no… — comenzó a decir Huang.

— Por favor, Huang, ayúdame a disfrutar solo un poco de la vida, pronto ingresare en la universidad y ya no podre viajar, no sabes lo que padecí estos años entrenando con Melody. — Huang sintió que un escalofrío lo recorría, conocía a Melody al igual que a Agustina, salvo que Melody era una asesina, era como una abuela para los tres y fue la encargada de enseñarles todo a estos jóvenes, la mafia los obligaba a estar preparados, el manejo de las armas y el conocer cualquier tipo de defensa los ayudaría en el futuro, aún más que el estudiar en universidades de prestigio, pero era algo agotador.

— No puedo por más que quiera. — reconoció ahora aún más afligido que cuando subió al avión.

— ¿Por qué? — indago Mei viéndolo de forma fría, no comprendía que les pasaba a sus hermanos, siempre era fácil manipularlos, en especial a Huang.

— ¿Por qué? ¿Aun no te das cuenta? — rebatió casi a grito el rubio, mientras llevaba un mechón de su larga cabellera hacia atrás.

— ¿De qué? — dijo casi con desespero la pelinegra.

— Nosotros no festejamos navidad, son nuestros padres quienes viajan en esta fecha para visitarnos, pero esta vez nos llamaron, eso solo quiere decir una cosa.

— Papá ya sabe quién será el próximo tigre blanco. — Shen no lo estaba preguntando, lo estaba asegurando.

— Con mayor razón, yo no tengo nada que hacer en la villa Zhao, todos saben que ninguna mujer ha podido asumir como cabeza de un clan en el oriente, está prohibido.

— Hermanita, ¿aun no te lo han contado? — Shen acomodo sus lentes y mostro su media sonrisa, que para muchos daba miedo, pero no para su familia.

— ¿Qué cosa?

— Lo prohibido es lo que le da sabor a la vida.

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