Capítulo 6 Despedida.

Nueva York:

— Mi Ángel, mi amor, solo tú, lo has sido todo para mi… — el aire ingresaba con dificultad, mientras su mano ensangrentada acariciaba su cabellera. — Sin ti, nunca hubiera sabido lo que es el amor. — se estaba despidiendo y ella lo sabía, sus ojos celestes brillaban con fervor, no se veían como los ojos de un moribundo, Matt jamás podría lucir así.

— Si alguna vez me hubieran dicho que el Ángel de la muerte tenía un lado tan cursi, no lo hubiera creído. — el pelirrojo se hinco a su lado, Melody, quien estaba con la cabeza recostada en las piernas del afamado asesino Matt Ángel, su esposo, tuvo la intención de disparar, pero apenas sostuvo su arma, sintió la diferencia de peso, claro que sí, ella era la susurradora, ella era igual que su esposo, sabía que las balas se habían terminado y ni ella, ni Matt tenían la fuerza para matarlo con sus manos.

— Verdugo. — susurro llena de odio, no podía irse aún, no cuando cargaba la información que en ese momento le estaba quemando el alma.

— Oh, disculpa susurradora, no quise interrumpir su despedida, después de todo, al menos eso le permitieron a mis padres cuando los mataron, ¿no es así? — la burla en la voz del pelirrojo era notoria, pero Melody veía el dolor que aun guardaban sus ojos.

— Has esperado 20 años para acabar con nosotros y vengar a tus padres, lo has conseguido, te felicito, pero, déjame decirte algo… — la pelinegra no estaba mejor que su esposo, pero al menos podía respirar sin tanta molestia. — Será mejor que regreses a Irlanda, y nunca salgas de allí, te recomiendo que duermas con un ojo abierto y nunca le des la espalda a una puerta o ventana, porque mis Ángeles te buscaran, te encontraran y te mataran. — el pelirrojo sabía que se refería a su hijo y nietos, todos y cada uno eran asesinos, ellos habían nacido para serlo. — Solo espero que mueras bajo las dagas de mi Ángel misericordioso, o inclusive el arma de mi Shofar, pídele a Dios y a tus padres, que mi bello Hades sea tu ejecutor, cualquiera de ellos te dará una muerte digna, mantendrán el pacto de asesinos, te enviaran con tus padres con el mismo honor con el que tu hoy nos envías con mi pequeña hija; en verdad, Nolan, pide que no sea nuestro Azazel quien te mate, o rogaras morir mucho antes de que él decida acabar contigo. — un escalofrío subió por la espalda del afamado verdugo, y supo que era tiempo de marcharse, dejar que los enamorados se despidan o sería un cadáver más que sacarían de esa bodega.

— En ese caso, hasta nunca. — se marchó igual de silencioso que cuando llego, y Matt no perdió tiempo en verlo, solo importaba su esposa.

— Siempre me gusto tu voz al dar un mensaje de muerte. — murmuro y dejo una última caricia en el rostro blanquecino de Mel, quien sintió las gotas de sangre caer sobre su mejilla y supo que era tiempo de hacerle frente a la despedida.

— En el cielo o el infierno, en esta vida y en la próxima, te encontrare mi amor. — era la primera vez en la vida que Melody deseaba gritar, pero, el nudo en su garganta al ver como los ojos de Matt se opacaba no se lo permitió, su esposo había muerto, si ella era la razón de vivir de Matt, él era la vida de Melody, no resistiría mucho más, cada segundo se convertía en una tortura, queria morir, queria seguirlo a donde sea que fuera.

— ¡Melody! — el grito de un Ángel nunca se oyó tan bello para esta mujer, aun así, no podía despegar sus ojos negros de los celestes sin vida de su esposo, hasta que Candy llego a su lado y tomo su rostro. — Todo estará bien Mel, lo juro. — queria decirle que nunca le pudo mentir, no a ella que la conocía desde siempre, era su cuñada, su mejor amiga, era familia y eso la hizo recordar el motivo por el que aun respiraba.

— Candy…

— Te ayudaremos. — la interrumpió la rubia con desespero al ver su abdomen, Melody estaba segura de que debía tener tantos impactos de balas como Matt.

— Me moriré… — Candy comenzó a negar con frenesí ante aquellas palabras. — Quiero hacerlo Candy, no lo dejare, sabes que a Matt no se le da bien el estar solo y a mí tampoco. — los verdes ojos de Candy se nublaron ante las lágrimas que caían sin cesar.

— Hades te necesita, piensa en tus nietos. — claro que pensaba en ellos, pero el que acababa de morir era su mundo, su amor, su todo.

— Candy... — la llamo casi con enfado. — Lo descubrimos, la trampa del verdugo valió la pena. — Candy la vio con sorpresa, no comprendía porque si Matt y Melody sabían que iban a una emboscada continuaron con su misión, una que, para asombro de la familia, no habían querido dar ninguna información de que se trataba. — Alguien del clan del dragón rojo uso el esperma de Felipe, los Zhao… tienen al hijo de Felipe, pero no lo saben, y yo no sé cuál de los tres es.

Candy no podía moverse, no solo porque su mejor amiga acababa de morir en sus brazos, o porque su hermano estuviera muerto a un lado de ella, Candy sabía que ese era el fin que a todos les llegaba, de diferentes formas, pero todos morirían algún día, lo que tenía sumida a Candy en un silencio y quietud total, era la información que Melody le acababa de dar, ahora debía pensar cómo actuar, no podía solo ir por su nieto, o nieta, no solo porque no sabía cuál de los tres Zhao era su nieto, también estaba el hecho de que Felipe siempre pensó que el esperma que Ming le había quitado el día que lo violo había sido destruido. Candy sabía que, si daba un paso en falso, una guerra se podía desatar, en especial porque Melody había sido como una madre para Jade y una abuela para los niños Zhao, sabía que tanto Jade como Loan adoraban a sus hijos por igual, y si Melody no hubiera dicho lo que dijo, jamás creería que uno de esos niños no era hijo de Jade, no, definitivamente no podía solo aparecer y decir vengo por mi nieto, eso sería como querer desarmar una bomba nuclear con un martillo hidráulico, no resultaría nada bien.

— Seremos solo la familia. — murmuro Hades horas después, aun viendo a sus padres, fríos, pálidos, pero al menos ya no tenían sangre manchando sus rostros.

— No, mi hermano y mi amiga merecen más, fueron a muchos los que salvaron, más a los que le enseñaron sus destrezas, que el mundo sepa que mi Ángel guardián se fue con mi hermano a reunirse con Dulce. — los ojos de Candy estaban tan hinchados por el llanto que casi parecían que estaban cerrados.

— Entonces así será tía, así será.

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