Capítulo ciento ochenta y cuatro

Kelley había tenido razón todo el tiempo. A veces necesitabas ensuciarte aún más las manos para llegar a lo malo que estaba enterrado tan profundo, que tenías que cavar para alcanzarlo. La gente no era infinitamente buena, la gente era mala y él podría ser el peor de todos.

Había una mesa frente a ...