Capítulo 42

Abro los ojos y, sintiendo un mareo por el dolor punzante que me ha golpeado, los cierro de nuevo. No solo me duele la herida, sino también la cabeza, los huesos, las articulaciones, ¡absolutamente todo en mí! ¡Cazzo!

Me siento deshidratado y ardiendo como si el fuego me salpicara directamente en l...

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