EL HIJO PRÓDIGO I

La pierna sigue moviéndose.

Y empieza a molestarme. Cada vez que lo noto y paro, un momento después me doy cuenta de que he comenzado a hacerlo de nuevo.

Maldita sea.

Presiono la palma de mi mano contra mi muslo, como una barrera física, pero lo único que hace es asegurarme de sentirlo inmediatam...

Inicia sesión y continúa leyendo