


❍[ARGUMENTO]❍
La vida de Alessa Sinclair ha sido complicada desde la infancia. A la corta edad de cinco años perdió a su madre en un accidente de tránsito, provocado por un conductor ebrio que se quedó dormido, cuando venían del supermercado.
Afortunadamente, para ella las lesiones no la llevaron a la muerte como ocurrió con su madre. Apenas varios rasguños, las dos piernas fracturadas, ya que iba en la parte trasera del automóvil, y con el cinturón de seguridad puesto. Sin embargo; fue un proceso muy duro y agotador para la pequeña. Puesto que perdió el habla por la conmoción, y estuvo en terapia por dos años para volver a caminar. Estuvo recuperada totalmente después de cinco años de aquel fatídico día.
Con el correr de los años, la soledad se convirtió en su mejor amiga. Puesto que desde aquel día se había quedado sin familia. Su madre se había muerto, y su padre parecía estarlo también, ya que nunca logró superar la falta de su esposa. Se había sumergido en su trabajo. Dejando a un lado la parte emocional, y sin saberlo estaba haciéndole daño a su hija.
De esa manera, Jonathan Sinclair amasó una gran fortuna en el negocio petrolero. Multiplicó más de cinco veces su patrimonio familiar. Convirtiéndose en el joven viudo empresario, y blanco fácil de mujeres que solo buscaban una vida cómoda. Que incluía lujos y poder. Cosas que solo con dinero se podía lograr.
Alessa vivió la mala experiencia de conocer muchas mujeres a su alrededor. Que la trataban de manera cariñosa, solo porque soñaban con llevar el apellido Sinclair y con ello escalar posición social. Además de adquirir, todos los beneficios de pertenecer a su familia.
Hasta que tenía nueve años, le contó diecisiete novias. De las cuales, solo una pudo llegar a él. Solo una se convirtió en la afortunada, consiguió atraparlo en sus redes y aprovecharse de él. Jonathan conoció a Gissel una noche en una cena benéfica y desde ese día se había pegado del brazo de su padre como si fuese una garrapata. Haciéndole imposible hasta ella misma llegar hasta él.
Gissel se encargó de aislarlo, ya que su Jonathan dejó un poco de hacer todas las actividades que hacía antes. Por el hecho de que ella lo sabía manipular a la perfección. Con lo único que nunca pudo, fue con las salidas de padre e hija una vez a la semana.
Ella tenía dos hijas, Mariana y Amanda. Hijas de un reconocido inversionista, que luego de hacer un mal negocio, el hombre había decidido quitarse la vida. Aunque Jonathan fue su tercer esposo. El segundo había fallecido en un accidente en los Alpes suizos un año antes de conocer a Jonathan. Las niñas eran un reflejo de Gissel, maleducadas, malcriadas, manipuladoras, y mentirosas. Unas completas arpías desde pequeñas, los que las convertiría en malas personas de adultas.
Muchas veces Alessa sentía un poco de pena por ellas, y trataba de no inmiscuirse mucho en sus asuntos. Las veces que lo hacía, salía mal parada. Así que decidió no prestarle más atención de la cuenta. Solo le importaba pasar todo el tiempo posible con su padre.
Durante los últimos años, la convivencia con ellas se había vuelto casi que imposible. Ya que siempre sus hermanastras se metían en problemas, y de manera inexplicable era Alessa la que terminaba siendo castigada. Cuando sucedía eso, Gissel no le permitía hablar con su padre. Aunque contaba con Delia, su nana desde bebé. Quien se encargaba de contarle lo que verdaderamente había sucedido. Fue cuando Jonathan comenzó a abrir los ojos, y a enterarse de todos los malos tratos que recibía su hija por parte de su esposa e hijas. Comenzó a dudar de ella, y al final lamentó haberse casado con la mujer.
Pero su mala fortuna no quedó allí. Su padre había muerto también años más tarde, después de haber discutido con Gissel y haberle dicho que solo necesitaba su firma para culminar con el proceso de divorcio. Al siguiente día, a la hora del almuerzo, y de la manera más sorprendente, le dio un infarto fulminante.
Desde aquella comida, y a muy temprana edad, Alessa quedó huérfana. A merced de Gissel y sus hijas. Por varios meses estuvo bajo las amenazas de su madrastra, que si no hacía lo que ella quería la enviaría a un internado en Europa. Algunos días ella pensaba que eso sería lo mejor, porque no estaría a su alrededor.
Sin embargo; ella contaba con el mejor amigo de su padre. Que desde la distancia cuidaba de ella, ya que era el confidente de Jonathan y estaba al tanto de lo que él opinaba de su esposa. Él la animaba a seguir adelante, y le recordaba que era Alessa Sinclair. La única heredera legal del imperio petrolero que construyó su padre.