33. Una visita del enemigo

Salí del hotel, sintiéndome el hombre más jodidamente afortunado del mundo. La noche que había pasado con ella fue asombrosa, justo como lo esperaba. No se comparaba con nada, ni nadie. Ella me eclipsa a los sentidos de una manera increíble, me llevaba a la cúspide del placer sin siquiera esforzarse...

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