6. Infidelidad

A l e x  e  i

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Toda mi vida he tenido que vivir a la sombra. Era el hermano oculto del que nadie tenía conocimiento, no podía decir quién era mi padre y no podía ver a mis medios hermanos nunca. En la casa, mamá siempre me dijo que era por nuestro bien, que nadie nos miraría con buenos ojos no seríamos bien recibidos. Conforme iba creciendo, sentía resentimiento por tener que vivir así, oculto de la sociedad. Sin aquellas fiestas infantiles con mis padres, sin que vaya a mis graduaciones o eventos escolares.

Jamás celebramos el día del padre. Realmente, pocas veces vivimos como una familia.

Fuimos la segunda familia secreta, el secreto sucio de papá del que nadie debía enterarse porque no era lo correcto, porque causaría problemas.

Yo era un problema. Algunas veces llegué a sentirme tan miserable, tan vacío y solo que quise odiar con todas mis fuerzas a su familia "oficial", aquella que no tenía que esconderse ni avergonzarse, la cual podía gozar de tantas cosas que yo y mi madre no. Pero no podía, porque al fin y al cabo, ellos tampoco lo sabían, y cuando llegó el momento de conocernos a la muerte de nuestro padre, fueron momentos incómodos y de preocupación.

¿Qué pensarían ellos de mi? Por supuesto, en sus ojos estaba la respuesta: desprecio. Yo no podía esperar mucho, siendo el hijo secreto, casi un bastardo por haber nacido fuera del matrimonio.

Cuando crecía y todo esto me hería, porque sí, dolía mucho, me prometí a mi mismo jamás hacer sentir esto a ningún hijo mío. Y sí era posible, no ser padre ni esposo. Nunca engañar a una mujer, por ello siempre fui fiel a las escasas novias que tuve... Aunque ellas no me dieron el mismo grado de fidelidad. Quizás, de todas formas desde mi nacimiento estaba destinado a ser el segundón.

Tomé todo el contenido del vaso de licor, aunque era temprano en la mañana, estaba muy estresado. Sobretodo por lo que mi ayudante, Siro, me acababa de decir.

No solía tener cosas de valor a las cuales les tuviera cariño, pero sí le guardaba especial... interés, a la joya que mi padre me regaló mucho antes de morir. Me dijo que, como el anillo familiar le iba a ser dado a su primogénito, me daría mi primer joya familiar. Estaba fundida a partir de otro diseño, era un rubí. El diseño era mucho más moderno y elegante que los pendientes que solía ser. Era de la mamá de Quentin Vasilakis, y ahora era mío. Y sería también para mi hijo o hija, pero ahora...

—Robado. Perdido. Algo que nunca valore, ahora alguien más se hizo de él —dije en voz alta, lleno de amargura.

Cuando contrate los servicios de Se&Se, no esperaba en lo absoluto un robo, ni está traición, además, mirando la nota en mi escritorio, me embargó la ira de otra cosa.

Era la caligrafía de mi prometida (ahora ex, claro estaba). Diciéndome que se iría precisamente con Lucas Sandoval y que... Me enfurecía de solo leerlo. No porque la amase, sino porque el acuerdo que firmamos era claro y aparte de incumplirlo, se habían burlado de mí los dos.

Ahora tenía tres problemas encima por culpa de ese maldito. Él llegó a mí muy agradable y amistoso hace un año cuando estábamos en el bautizo de mis sobrinitas. De alguna manera logró convencerme de invertir en la empresa de su familia, misma que él ya se encontraba dirigiendo con el cargo de presidente ejecutivo. Aunque quizás, algo si que me hizo aceptar.

Melina Sandoval me había cautivado tanto física como mentalmente, que no pude evitar pensar que de esa manera tal vez podríamos pasar a subir un escalón, frecuentarnos más. Pero claro, estaba muy equivocado: ella solo se metió entre mis sábanas para conseguir lo que quería, una mujer muy ambiciosa que no se detenía ante nada para obtener su objetivo.

En primer lugar, tenía que resolver el matrimonio, porque me urgía una esposa para la socialité, algo muy estúpido, pero que al círculo de negocios en el que estaba aparentemente les parecía muy importante, al menos para encajar. Me daba asco pensar que hacían ver a las mujeres como un trofeo. Pero si quería escalar más alto, hacerme de un nombre propio en los negocios aún más, eso tenía que pasar

En segundo lugar, Lucas Sandoval sí o sí tiene que pagar poco o mucho lo que me hizo. Debía recuperar mi primera reliquia familiar. Y tercero pero no menos importante, Melina iba a pagar las consecuencias de sus artimañas, ya tenía suficiente con sus redes, sus mentiras.

—Espero que su familia esté preparada, porque de algún lado tendré que vengarme por esta traición, si es que no están involucrados también... —murmuré, azotando el vaso de vidrio contra mi escritorio.

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