Veintiuno

El rojo era dolor, un dolor blanco y ardiente que sacudía mi cuerpo cuando las olas chocaban contra mi piel. Era tan inhumanamente poderoso que deseaba la muerte cada vez que las llamas se arrastraban por mi cuerpo.

Cinco cosas parecían suceder simultáneamente; sentía como si me atropellara un tren...

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