TREINTA

—¿Tengo una excusa para estar en tu coche hoy? —pregunté mientras miraba alrededor del estacionamiento. La gente nos estaba mirando.

—No creo que hayamos terminado con el programa, ¿verdad?

Negué con la cabeza, incrédula.

—Ven, te acompañaré a tu clase —dijo, abriendo mi puerta. Extendió su mano ...

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