Capítulo 31. Las armas de un pervertido. Parte 2.

Valerie.

Fue ese momento, cuando mi cuerpo, sin ningún permiso por mi parte, se despertó, haciendo que, en mi perturbada mente, viera como correcta, adecuada y lógica, la perspectiva de ser desnudada y seducida por ese dios griego que miraba mis labios, mientras mi respiración se alteraba.

- ...