


Capítulo 5. Un plan infalible. Parte 2.
Samary.
Yo de la vergüenza ni quise mirar la cara de mi salvador, solo fijé mi vista en esa chaqueta tan bien elaborada, y mi mente analítica recordó las horas y horas que Valerie me torturó para que aprendiera las características de las marcas, y formas de diseñar de todos los diseñadores de éxito, para los que yo debía trabajar. Mi mente reaccionó a lo aprendido.
- “Es una Valentino”- dije en un murmullo estúpido identificando el diseñador de esa chaqueta, suelo recurrir a cosas que he estudiado cuando estoy nerviosa para calmarme, y mi estúpida mente recurrió a mis enseñanzas de modelaje.
- “Cuando quiera me puede soltar, no estoy interesado en dada que quiera ofrecerme, así que sin problemas puede soltarme. ¿O prefiere que la suelte yo?”- una voz profunda y definitivamente varonil, llego a mis oídos, mientras que yo notaba la vibración que la resonancia de esa voz hacía en su caja torácica cubierta por una musculatura inquietantemente dura, que era donde yo tenía apoyada mis manos, por alguna a vergonzante razón se negaban a alejarse de allí.
Fue en ese momento cuando me di cuenta de que desde hace unos segundos, mi cuerpo ya había sido soltado, lo único que me mantenía pegada a ese hombre, eran esas malditas manos libertinas que se estaban, literalmente, aprovechando de mi salvador.
- “Lo siento, yo…”- el grito de Vale, y la fuerza de su mano golpeando un rostro, me sirvió para que yo ocultara mi vergüenza.
- “Maldito descarado, como se te ocurre tocarme el…”- agarré las manos de mi amiga cuando le iba a dar la siguiente bofetada a su salvador, que por lo visto se tomó algunas deferencias como pago de su heroísmo.
- “Perdonen, no los vimos, vamos Vale, tenemos cosas que hacer.”- tiré de ella hacia el aseo, mientras intentaba taparte esa boca de barriobajera que le salía cuando se sentía ofendida, pero sinceramente no lo logre, al cien por cien.
- “¡Maldito rubio descarado, gilimmmmas!, ¡Déjame Samy! Estúpido, prefería terminar en el suelo, que este baboso, mierdmmm… ¡Samy deja de taparme la boca, joder!.”- mientras yo tiraba de ella al aseo de mujeres, los tres de los cuatro hombres, continuaban mirándonos, el rubio que ofendió a mis amigas, mantenía una sonrisa descarada que lo único que conseguía era que la Vale, quisiera asesinarlo.
Mi salvador era el único que seguía de espaldas a nosotros, notaba que era el más alto de los cuatro, y desde luego por la rigidez de sus hombros, me imaginé que esta escenita que se estaba montando era más un inconveniente que una anécdota. Me alegré no haberle visto la cara en ningún momento, así no me sentiré avergonzada si lo volvía a vera, aunque él me reconociera.
Finalmente conseguí introducir a la rubia desquiciada en el aseo, y cerrar la puerta.
- “¿Tú estás loca?, ¿no?”- le pregunté apoyándome fuertemente en la puerta para impedir que saliera.
- “Ese estúpido me toco un pecho, si quieres me quedo quieta, y le dejo que me sobe el otro.”- me costó calmarla, pero al final conseguí que se centrara.
- “Oye Samy, ¿Dónde tienes tu broche?, lo tenías cuando llegamos, pero ahora no está.”- mire mi escote, no estaba en ese maldito traje verde con ese escote palabra de honor de Gucci.
Buscamos por el suelo, y al final fuimos al pasillo, por si termino en el suelo cuando nos tropezamos.
- “Actívalo seguro que por como habla la gente, o el sonido ambiente sabremos donde localizarlo, o por lo menos, quién lo tiene.”- sugirió mi inteligente amiga.
Al hacerlo en la aplicación de mi móvil creada para las escuchas, oímos una conversación entre varios hombres.
- “No lo entiendo, ¿Por qué le hiciste eso a la modelo rubia?.”- dijo uno de ellos.
- “Que quieres soy hombre, y ella acabo en mis brazos, que más que cobrarme el favor de salvarla, la iba a besar, como cobro, pero lo mismo esa bruja de ojos azules me asesinaba allí mismo, y que voy a hacer esos deliciosos pechos estaban cerca de mi mano.”- el grito de furia de Vale no tardó en llegar.
- “¡Es ese cerdo!, ¡el broche los tiene uno de esos cuatro!.”- me dijo.
- “Ya, en fin, vamos a lo que estábamos hablando que vas a hacer Constantine, tu primo ya está casado, y el periodo que tu abuelo estipulo para cumplir con su última voluntad se está agotando, tienes que casarte en tres meses o Nikolau L.G. Electronic pasará a manos de tu primo Basil.¿ has pensado que vas a hacer?”- Valerie y yo nos miramos ilusionadas, uno de ellos era el Demonio, el hombre que yo estaba buscando para llevar a cabo mi plan de venganza.
En un principio mi idea era presentarme como la amiga de Kayla Donnelly, y pedirle que a cambio del diario que yo tenía en mi poder de los futuros proyectos de mi difunta amiga, él me ayudara a vengarme de su marido y la prometida.
¿Pero cómo justificaba yo que esos dos habían asesinado a Kayla? o incluso, ¿Cómo era posible que Samy conociera a Kayla, si vivíamos en mundos diferentes?
La idea me le dio Vale, tan sólo tenía que decirle que, debido a mi afición por la ciencia, entablamos una amistad mediante correos, y que hablamos por allí de ciencia, informática y electrónica.
Lo buenos de que mi antigua yo fuera una hacker informática como afición, me ayudó a que fácilmente implantara en mis correos de Kayla los mensajes de Samy, y, al contrario, con tiempo de muchos meses antes de mi muerte.
Unos de los correos que implanté fueron las sospechas de Kayla de que algo raro había entre su futuro esposo y su mejor amiga. Otro fue la petición de Kayla a Samy, de que guardara el diario que ella le había enviado por correo, donde Kayla tenía almacenados miles de nuevos proyectos, por si le pasaba algo. Con lo que no contaba era que el Demonio perdiera la multinacional de Nikolaus L.G. Electronic, si eso ocurría todo el plan que habíamos elaborado durante años, se perdería.
- “¿Porque no pagas a alguien para que se case contigo y después de un tiempo te divorcias?”- identifique la voz del rubio.
Todo quedó en silencio y finamente la voz profunda que yo oí y sentí en mis manos habló.
- “No puedo divorciarme en fida y comiso es muy claro, nada de divorcio.”- una idea me llegó a la cabeza en ese momento.
- “Vale me voy a casar.”- ella me miro al principio preocupada, y luego entendió.
- “Te ayudaré. Pero primero recuperemos tu broche, y luego “te declaras” a tu hombre.”- me dijo y salimos del baño tras nuestra presa, que esperábamos que aun siguiera en el coctel.