Capítulo treinta y cuatro

Ace y su escuadrón estaban nerviosos, formando su barrera alrededor de la casa. La batalla había comenzado, y podían escuchar los disparos y los gruñidos de los lobos.

«Te amo, Alexia Luther». Las palabras seguían repitiéndose en su cabeza mientras recordaba el momento que compartieron hace un rato...

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