El fantasma

León comenzó a frotarme con movimientos circulares, esparciendo el aceite por toda mi piel. Sus manos se deslizaron por mis brazos, mi vientre, mis pechos. Cada caricia era deliberada y posesiva.

—Te he extrañado tanto —confesé, dejando caer mi cabeza contra su hombro.

—Lo sé —respondió con simpleza...

Inicia sesión y continúa leyendo