Placer prohibido

Esa misma noche, León me envió un mensaje a mi correo secreto. Había creado una dirección anónima desde la que «Sergio» contactó a mis padres. El mensaje era perfecto: confesaba haberse aprovechado de mí, pero también insinuaba que yo lo había buscado, que le había rogado atención. Terminaba disculp...

Inicia sesión y continúa leyendo