Capítulo 49

Violeta

El grito de Lucas resonó en mis oídos, agudo y furioso, pero no lo suficientemente fuerte como para pedir ayuda. No aflojé la mandíbula, aunque él siseaba y tironeaba.

—¡Suéltame, maldita perra!

Gruñí, manteniéndome aferrada a él hasta que no pude más, y él arrancó su mano de mi boca.

Es...

Inicia sesión y continúa leyendo