Capítulo 6 FUEGO ARDIENDO

El reloj apenas marcaba las nueve cuando salí de casa. Samuel se había ido. Yo sabía muy bien que estaba con ella… con esa otra mujer a la que le daba lo que a mí me negó durante años.

Y mientras tanto, yo… yo iba a encontrarme con Dante.

El auto de Valeria me dejó en la esquina, como la primera vez. Ella me apretó la mano antes de bajarme:

—Recuerda, Lu, tú no estás traicionando… estás sobreviviendo.

Quise creerle, aunque dentro de mí la culpa me mordía, pero era tiempo de hacerla a un lado.

Subí los escalones del hotel con el corazón acelerado, sintiendo que cada paso me alejaba más de la “esposa perfecta” que todos creían que era. Cuando abrí la puerta de la habitación, ahí estaba él.

De pie, impecable en una camiseta negra que marcaba cada músculo, Dante me sonrió con esa mezcla de peligro y ternura que lo hacía irresistible.

—Hola, sexy — su voz me estremeció.

Cerré la puerta detrás de mí y lo miré, intentando mantener la compostura.

—Ahora sé tu nombre… Dante —lo dije saboreando cada letra

Él rió bajo y se acercó lentamente, hasta quedar a centímetros de mí.

—Y yo sé quién eres tú… la esposa del líder, la mujer de la congregación —me acarició la mejilla con el dorso de su mano— ¿Sabes lo prohibido que es esto? —

Sentí un escalofrío recorrerme.

—Lo sé. Creo que eso lo hace mucho más divertido, ¿no? —

Sus labios se posaron sobre los míos, y el mundo se apagó. La culpa se desvaneció con cada beso, con cada caricia. No era como Samuel, que solo repetía un ritual vacío. Dante me hacía sentir viva, deseada, libre.

Me tomó fuerte de la cintura y me pegó contra la pared, y por primera vez no sentí miedo ni vergüenza, sino la adrenalina de pertenecer a un secreto tan intenso que ardía en mis venas.

Entre susurros, entre gemidos, entre el roce de su piel contra la mía, él me dijo algo que me desarmó:

—No eres solo un cuerpo, Luisa. Eres fuego. Y juro que no voy a olvidarte.

—Quiero intentar algo — susurre, Dante me miró y ahí note que sus ojos eran azules intensos

—¿Qué cosa Luisa? — indago

Sentí que las mejillas me ardían al pemsr en lo que iba a pedir, pero era ahora o nunca.

Saque el teléfono y le mostré la imagen que encontré en en internet.

—Después de nuestro encuentro, investigué... Y... Y hay varias cosas que deseo intentar por favor — aclare mi garante después de hablar mirando el celular

Estaba muy avergonzada para mirarlo a los ojos.

—Esta bien — lo escuché susurrar — Pero le agregaré algo — levante la mirada de inmediato

Vi como caminó hacia los cajones y sacó unas esposas. Creo que mi expresión le hizo saber que me asusté porque sonrió y enseguida explicó

—Te atare a los barrotes de la cama y luego cumpliré lo que deseas — mire los barrotes y la imagen apareció en mi mente, apreté las piernas de inmediato — Si deseas parar, solo debes decirme — asentí

Una vez con las muñecas en las esposas, Dante saco mi ropa interior con delicadeza y pidió que abra las piernas, mire a otro lado y cumplí.

—Luisa, no sabes lo sexy que te ves en este momento — eso solo me hizo estar más expectante de lo que iba a pasar

Sus manos se colocaron en mis muslos y soplo en mi intimidad, un pequeño grito de sorpresa salió de mi. Miré a Dante y me sonrió.

—A cumplir esa fantasía — dijo antes de empezar su ataque

No sabía que la lengua de alguien pudiera provocar tanto placer. Los sonidos que salían de mi boca me tenían asombrada, aunque no los entendía muy bien en ese momento por lo que me estaba provocando. Senti de nuevo como es sensación crecía en mi vientre y se iba distribuyendo a mi cuerpo, y explote.

—Eres deliciosa — escuche la voz de Dante y abrí los ojos, quería más, mucho más — Esta vez no seré delicado como la primera vez. Desde que te fuiste he deseado volver a estar contigo Luisa y atare aprovecharé el tiempo que tenemos — tomó mis piernas y las puso en sus hombros

También había visto esta posición en mi investigación, jamás la había realizado, pero estaba a punto de saber que se sentía.

Me quebré en sus brazos, entre placer y lágrimas contenidas. Porque lo sabía: ese hombre no era solo una aventura. Estaba entrando en lo más profundo de mí, en el lugar donde ni siquiera Samuel había logrado tocar.

Horas después, cuando la calma regresó, quedamos en silencio.

—Wow Luisa — exclamó respirando con dificultad — Eres fuego y tan sexy — se giró hacia mi y me abrazó —Me encanta estar contigo — susurró

—Por favor, capaz le dices lo mismo a todas — reconocí

—No — hizo que lo mire — Desde nuestro encuentro solo he estado contigo. No dejé de pensar en ti en ningún momento — nos miramos por varios segundos hasta que me obligué a cortar ese contacto

—¿Cuánto tiempo estarás aquí? —pregunté con voz temblorosa

Él suspiró.

—No mucho. Los marines nunca nos quedamos en un lugar demasiado tiempo.

Ese golpe me atravesó, sabía que esto no iba a durar para siempre, pero no lo dije. Solo asentí, guardando dentro de mí el miedo a perderlo.

Esa noche, mientras regresaba a casa, comprendí que mi vida ya no tenía marcha atrás. Amaba el fuego de Dante, aunque me consumiera.

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