Capítulo 9

Oliver, descolgando el teléfono, respondió con un tono firme y directo:

—Habla.

Fermín, al otro lado de la línea, percibió el tono molesto de su jefe, aunque no pudiera ver su expresión.

Le hizo cuestionarse si sería prudente comunicarle lo que había descubierto respecto a las finanzas de la señorita Solís.

El dilema de Fermín ante la posible reacción de Oliver creó un momento de incertidumbre en la conversación.

Oliver, en medio del pasillo del hospital, afrontaba la situación crítica de Zoé, mientras Fermín se encontraba en la posición delicada de compartir información que podría tener consecuencias significativas.

La llamada se volvía un punto de inflexión, sumándose a la tensión ya palpable en el ambiente.

—Señor, es respecto a lo que me mandó a investigar sobre las finanzas de la señorita Solís.

Oliver desvió la mirada hacia la ventana de la puerta de la habitación a su lado, mirando sobre ella cómo Victoria inclinaba la cabeza sobre el respaldo de la silla mientras la sangre iba fluyendo de su cuerpo al de Zoé.

Esa mujer sí que le estaba dando muchos dolores de cabeza.

—¿Qué encontraste?

Fermín hizo una pausa y luego habló.

—La señorita Solís ha estado recibiendo un cheque mensual por la cantidad de trescientos mil dólares de parte de Harry Graff, el exclusivo Ceo del Grupo Ventuaria.

»El señor Graff es muy reconocido por trabajar con la diseñadora de Joyas Genesis, de ella no encontré nada en particular, solo que su identidad es un misterio. Sin embargo, ella es el éxito detrás de la Joyería Ventuaria.

Oliver se quedó pasmado ante la información. ¿Qué relación tenía Victoria con ese tal Harry? Se empezó a cuestionar.

La revelación de Fermín sobre los pagos mensuales significativos que Victoria recibía de Harry Graff dejó a Oliver en un estado de asombro y confusión.

La conexión entre Victoria y el Ceo del Grupo Ventuaria planteaba preguntas intrigantes.

Fermín no quiso decir que más había hallado porque seguramente las cosas no se verían bien para Victoria. Sin embargo, Oliver tenía un sexto sentido cuando se trataba de su asistente.

—¿Qué más hallaste? —preguntó Oliver, instintivamente sintiendo que había más capas en esta historia.

—El señor Graff no tiene ningún vínculo con los Solís para creer que estén asociados por parte de ellos. Sin embargo, lo que más se oye de él son las múltiples relaciones amorosas que ha tenido con mujeres casadas. —Fermín carraspeó al decir esas palabras.

Fermín, consciente de la delicadeza de la información, trató de suavizar la situación.

No quería que su jefe sacara conclusiones apresuradas sobre la relación entre Victoria y Harry, pero la realidad de las relaciones amorosas de Graff generaba una sombra de duda.

Sin embargo, Fermín no podía quedarse con esa información en su poder. Antes que todo le era fiel al señor Aguirre.

Las revelaciones de Fermín sobre Harry Graff añadieron capas adicionales de complejidad a la situación.

La falta de un vínculo claro entre Graff y Victoria, aparte de los pagos regulares a su cuenta, generaba más preguntas que respuestas.

La tensión en la conversación era palpable cuando Fermín habló:

—Señor…

—Sabes qué hacer, ¿no? —Oliver exclamó con voz clara.

Fermín comprendió la implicación detrás de esas palabras. El señor Aguirre quería llegar al fondo de todo, desentrañar la verdad detrás de la conexión entre Victoria y Harry Graff.

Personalmente, no encontraba razón alguna para que Victoria y el señor Graff tuvieran una relación que no implicara sus escándalos amorosos, y esperaba que sus conjeturas estuvieran equivocadas.

—Sí, lo sé.

—Bien. Mantenme informado. —Oliver colgó.

La llamada terminó abruptamente, dejando a Fermín con la responsabilidad de continuar la investigación y mantener al señor Aguirre al tanto de cualquier descubrimiento.

Mientras tanto, en el pasillo del hospital, Oliver enfrentaba una doble carga emocional: la preocupación por la vida de Zoé y la incertidumbre sobre la verdad detrás de las relaciones financieras y personales de Victoria.

La idea de que su aún esposa estuviera involucrada en una relación ilícita con Harry Graff se instaló firmemente en la mente de Oliver.

La posibilidad de que esta relación secreta hubiera estado ocurriendo durante muchos años añadía una capa adicional de impacto a la revelación, generando una tormenta de emociones.

Unas emociones nada buenas para Oliver. El sentimiento de sentirse traicionado despertaba en él un rencor profundo.

¿Sería capaz de odiar más a Victoria? Lo creía imposible.

La idea de que Victoria podría haber mantenido una relación secreta durante tantos años sacudía los cimientos de su confianza. ¿Cómo siquiera fue capaz de decir que lo amaba después de esto?

Aunque la verdad aún no estaba dicha, Oliver ya pensaba lo peor sobre Victoria. Estaba dando por hecho todas las ideas de su cabeza, como si algo lo cegara por completo.

La sombra de la traición y la idea de una relación secreta estaban nublando su juicio, haciendo que asumiera lo peor sin tener toda la información.

Oliver, buscando un breve respiro y un momento de claridad, salió al jardín del hospital.

En medio de la noche fría, la oscuridad se extendía a su alrededor mientras se sumergía en sus pensamientos.

Sacó su cigarrera y tomó un cigarro, encendiéndolo para sumergirse en el humo mientras contemplaba el paisaje silencioso del jardín.

El humo del cigarro se mezclaba con el aire frío de la noche, creando una atmósfera cargada de reflexión y tensión.

Oliver, en ese breve momento de soledad, intentaba despejarse y encontrar alguna claridad en medio de las complejidades que envolvían su vida en ese momento.

Sin embargo, lo único que halló fue más furia hacia la mujer con la que se había casado hace tres años.

Jamás le importó que hiciera Victoria de su vida. Oliver creía que solo se dedicaba a gastar su dinero haciendo compras innecesarias. Ante sus ojos, ella era tan viciosa como la vida que llevaba.

Se sentía un tonto. Alguien a quien solo Victoria quería usar como capricho. Tal vez al no obtener nada de él, fue cuando buscó otras opciones. Por ejemplo: Harry Graff.

Oliver tomó su cigarro y lo arrojó al suelo con brusquedad, demostrando lo mucho que le afectaba saber lo manipuladora que fue Victoria.

Una nueva llamada atrajo su atención. Frunció el ceño al ver el número del hospital. No respondió, decidió dirigirse directamente a la habitación donde se encontraba Zoé y Victoria.

El doctor Owen lo esperaba en el interior. De nuevo esa mirada que le dedicaba no era una buena señal.

—¿Qué pasa doctor? ¿Ocurre algo con Zoé? —Fue su primer pensamiento, pero no era así.

—La sangre de la señora Aguirre ha funcionado perfectamente, sin embargo, es necesario suministrarle más sangre.

—¿Por qué no la toman de Victoria? Ella está ahí. —Oliver señaló lo más obvio y miró a Victoria, quien seguía en la misma posición de antes, sentada sobre esa silla.

—La señora Aguirre ya ha donado lo suficiente, si le substrajéramos más sangre podría ser perjudicial para su salud.

Oliver siguió escuchando las palabras del doctor sin despegar la mirada de la convaleciente Victoria.

Ella abrió los ojos poco a poco al escuchar las voces dentro de la habitación. El procedimiento hizo que se durmiera por un momento gracias al agotamiento al que se enfrentaba.

Victoria se encontró con los ojos fríos de Oliver. Parte de la conversación la escuchó en sueños, por lo que sabía que la sangre que había dado no era suficiente para salvar a Zoé.

—Substráigale toda la que sea necesaria. —Oliver dijo sin una chispa de duda.

Victoria soltó una expresión sorprendida ante las órdenes de Oliver. No podía ver más que solo un semblante despiadado sobre su rostro, sabiendo muy bien que no estaba jugando al respecto.

¿A esto se refería al decirle que la haría pagar? Un escalofrío recorrió la espalda de Victoria.

—Oliver…

—Señor Aguirre…

Tanto Victoria como el doctor Owen lo llamaron. Ella dejó que el doctor hablara, también a él le parecía una locura lo que le estaba pidiendo.

—Lo que me está pidiendo es sumamente peligroso. La señora Aguirre podría, podría…

Las palabras estaban implícitas, aun así, Oliver decidió corroborarlas.

—Ella podría morir, ¿no es verdad?

Oliver conocía los riesgos desde que supo que Zoé necesitaba sangre de Victoria y no le importó.

Oliver no quería admitir que la reciente información recopilada por Fermín estaban provocando que actuara más cruel hacia Victoria, pero era exactamente lo que estaba ocurriendo.

Él se encontraba en un momento de confusión y conflicto interno.

—Haga lo que sea necesario para salvar la vida de Zoé. —Oliver desvió la mirada de la de Victoria, aquella lucha entre ambos estaba más que terminada.

Luego miró al doctor Owen con sus ojos profundos e inquebrantables. Ambos sabían lo que significaba, era una orden de la cual el doctor Owen no podía negarse, aunque esta incumpliera con su ética.

Era el señor Aguirre quien le pedía substraerle más sangre a su esposa para dársela a Zoé, no podía hacer más que solo obedecer.

—Está bien, señor Aguirre.

La actitud de Oliver reflejaba la tormenta emocional que lo embargaba. Al darse media vuelta y salir de la habitación sin volver a mirar a Victoria, dejó en el aire la tensión no resuelta entre ellos.

La puerta se cerró tras él, separándolo temporalmente de la escena dentro de la habitación, donde Victoria se estaba resignando ante su destino.

El silencio en la habitación se hizo más profundo mientras Victoria absorbía la realidad de la situación.

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