Capítulo veintiuno

Caigo hacia atrás sobre la manta en el momento en que la puerta se cierra y me estiro como un gato contento.

Nokosi se arrodilla a mis pies, rodeando mis tobillos con sus manos. Es una sensación cálida y gimo cuando empieza a masajear mis pantorrillas, subiendo cada vez más con cada caricia de sus ...