Capítulo veintiocho

El sol se puso hace una hora, mientras conducía de regreso a casa desde la de Nok, llevándose toda mi felicidad con él, sumiéndola en la oscuridad mientras mi miedo y dolor me abruman. No es justo. No pedí ser atacada. No pedí nada de esto.

Cuando alguien llama a la puerta, no tengo ganas de contes...