Capítulo treinta y cuatro

Él palidece, mirándome con los ojos muy abiertos después de retroceder un paso. —¿Qué demonios, Willow? ¿De verdad quieres obligarme a besarte después de todo lo que acabamos de hablar? Dije que no.

—No actúes como si no quisieras besarme, Nokosi, soy la imagen de mi hermana en todos los sentidos y...