Capítulo treinta y ocho

Estoy de vuelta en la cocina, todavía de rodillas.

—¿WILLOW? —grito, asustada ahora. Necesito que mi hermana me ayude a superar esto.

Necesito a mi mamá.

—Estoy aquí, cariño —una mano cálida toca mi hombro. Gracias a Dios. Me giro y entierro mi cara en su estómago—. Estoy justo aquí.

—No sé qué ...