Capítulo 5

—¡Maldita sea! ¡Mi nariz no puede más! ¡Tengo que probarlo!—gritó Oriana mientras emergía de las escaleras, recién duchada, y corría hacia la cocina donde Emerald estaba preparando la cena.

—Por favor, Mera. Estoy prácticamente salivando como un perro—suplicó, juntando las manos como si estuviera r...

Inicia sesión y continúa leyendo