62. La rosa inquieta

—Cariño, no hagas eso.

El Dr. Weisz se tensó al escuchar esa suave voz resonar en su cabeza. Sabía muy bien de quién era esa voz, la voz de la mujer que siempre había sido una guía en su vida.

—Nunca mates a una madre cuyo bebé aún necesita su leche.

La mano del Dr. Weisz parecía temblar junto co...

Inicia sesión y continúa leyendo