Ni siquiera los dioses te oirán gritar.

Hoy, Dean dijo que conocería a "mi gente". No sé qué esperaba, pero no era esto, una caverna oscura y abierta que huele a humo y sudor, llena de docenas de renegados. Algunos se sientan alrededor de fogatas, algunos duermen en montones de mantas viejas, algunos afilan cuchillos que parecen robados d...

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