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—Bien. ¿Por qué preguntas? — respondió Eduardo indiferente, mirando hacia otro lado.

—Te duele, ¿verdad? — preguntó Samanta divertida, con una sonrisa de lado.

—No — protestó Eduardo.

—Claro que te duele. El que evadas  las preguntas es por algo”.

—Da igual, ella está con él y él está en el hosp...