


9
—Amy, cariño —dijo con su voz aguda, como un timbre insistente en mis oídos, y dejó a las dos mujeres que la seguían como perritos falderos para darme un abrazo desde la posición en la que estaba.
La observé a través del espejo y sonreí suavemente, no demasiado forzada, para no darle ideas equivocadas.
—Gwen, hola.
—Te vi hace un rato, chocaste con alguien, ¿no? —se apoyó en el lavabo, mientras sus secuaces entraban al baño.
—Sí, algún idiota que no miraba por dónde iba —negó y sonrió.
—No cambias, ¿verdad? Tal vez se chocaron por una razón —levantó las cejas.
—Suenas como Lucas —puse los ojos en blanco.
—Y tal vez tenga razón, estás muy sola aunque te rodees de hombres. Y no cualquier hombre, ¿verdad? —me dio una mirada significativa, pero no pude descifrar lo que intentaba decir—. Tienes a tu mejor amigo Evan, que es un hombre por el que muchas mujeres babean y muchas te envidian.
Fruncí el ceño.
—¿Cómo, cómo es que me envidian?
—Porque aunque intenten hacerse amigas de él, siempre vuelve a ti.
—Somos muy buenos amigos, no es mi culpa que no tenga deseo sexual por él y que él me evite por eso —me encogí de hombros y ella suspiró.
—Eres difícil de tratar, pero sí. Además, eres amiga de un jugador de fútbol universitario, lo que significa fácil acceso a sus entrenamientos y lo que también significa que puedes estar cerca de Matt, para ellas, pero —se arregló el cabello mientras se miraba en el espejo, sin intenciones de irse y yo también quería alejarme de ella—. ¿Te dije que estoy saliendo con Matt?
La miré de reojo.
—Todo el mundo lo sabe.
—Agh —se quejó—, gente chismosa, cómo vuelan las cosas.
Intenté no poner los ojos en blanco ante su intento de parecer digna, pero sabía que se había asegurado de que todos supieran que Matt estaba interesado en ella.
Él era el mariscal de campo en nuestra universidad, era imposible que la gente no supiera que estaba involucrado con ella.
No había un tipo de estatus de fama en la universidad, pero de alguna manera te notaban por lo que hacías. Todos nos enterábamos de todo, empezando por el hecho de que había grupos y páginas, como las páginas de psicópatas locos, donde se compartían grandes eventos.
Era una universidad demasiado grande y los estudiantes vivían dentro de ella, tenían sus tiendas y lugares a donde ir. Fraternidades e incluso un centro comercial.
Era más que solo una escuela donde a nadie le importaba nada, era parte de la experiencia de ser un estudiante universitario libre para hacer lo que quisieran y ser demasiado liberales.
—Debes estar preocupada por los psicópatas locos —dije y ella me miró de inmediato.
—Por Dios, Amy, soy la líder de los psicópatas locos, ni siquiera pueden intentar nada aunque quisieran —aclaró y asentí sin estar convencida.
Estaba segura de que no era la única líder, había al menos diez mujeres que podía recordar por las cosas que hacían y que de una vez llamaban la atención sobre sí mismas, así que si podían intentar sabotearla.
No era muy amable con todos, digamos, pero era sorprendente que estuviera saliendo justo con el mariscal de campo, sabiendo la reputación que tenía Matt cuando se trataba de mujeres.
Nunca se le había visto con mujeres más de una vez y tendían a no ser muy conocidas, de hecho, apreciaban a los Ángeles que luego terminaban siendo saboteadas por las mujeres viejas y nuevas que se unían a ese grupo psicótico, buscando formas de conseguir lo que querían con él. O aquellos a quienes alababan allí.
No solo el rubio era el único en un pedestal para las mujeres locas, había más estudiantes por sus diferentes características, incluso había un moreno tan alto que tenía que agacharse para pasar por las puertas de las aulas.
Era increíble, pero según las teorías no confirmadas de personas de ascendencia africana, lo que llevaba en los pantalones podría parecerse al dueño.
Puse los ojos en blanco.
A Lucas le encantaba contarme todo sobre lo que hacían allí, y aunque él también quería saber sobre esos hombres 'inalcanzables', era completamente diferente.
Tal vez era ambos, pero así lo amaba.
—Cuídate, no digas que no te lo advertí —terminé de decir, antes de dirigirme a la puerta, pero escuché su voz.
—Lo haré, pero tú también necesitas dejar de encerrarte. Sé que debajo de toda esa ropa barata local, hay una mujer caliente que no quieres explotar —negó y traté de no lanzarme a golpearla por criticar descaradamente mi ropa, pero al final no me importaba en absoluto lo que ella pensara o lo que otros pensaran, de hecho, lo que estaba haciendo por mí era mucho mayor que mi odio—. A fin de mes es el evento de aniversario de la universidad; la fraternidad del equipo de fútbol cederá su casa para el evento.
—¿Cómo sabes eso?
—Matt, ahora soy parte de su organización —sonrió triunfante—. Es una maravilla, ¿no crees? Es como conocer los secretos del equipo.
—Sí lo es, aunque te diré ahora mismo que esas reuniones a veces son aburridas cuando estás rodeada de hombres estúpidos borrachos —sentencié, provocando sorpresa en su rostro. Acababa de confirmarle que había estado en más de una de esas reuniones, en innumerables prácticas, y que conocía a los chicos del equipo.
No había tratado mucho con Matt, pero le había saludado un par de veces; así que sabía que no se metía con cualquiera y que Gwen estuviera en su lista me sorprendía.
Aunque el rubio era lindo, no tenía interés en él. Algo de su estilo americano simplemente no me atraía.
—¿Has...?
No la dejé terminar de preguntar y salí del baño, para volver con mi mejor amigo; sabía que la tendría detrás de mí otra vez, como chicle, por saber más cosas de las que quería, pero no podía.
Evan me había hecho jurarle que todo lo que pasara en su fraternidad tenía que quedarse entre los dos.
Y Lucas.
Pero esa parte él no la sabía.
Saqué mi celular cuando escuché una notificación de él, así que procedí a ver que me habían enviado el correo de respuesta de la oferta de trabajo que envié; necesitaba un trabajo y aún más con lo delicada que estaba la salud de mi abuelo.
No quería tener que irme con mis padres otra vez y nunca podría vivir con Lucas, Evan vivía con sus padres y no tenía a dónde más ir.