01. Nuevo Comienzo

Miro a los lados, veo personas pasando, haciendo sus vidas y yo aquí con los nervios a mil por hora.

Mi padre me matará cuando se entere, pero ya no lo soporto, ya no quiero estar más con esta de vida. Camino con la cabeza en alto, como se me enseñó. Algunas personas se detienen a verme, y es normal ya que llevo el uniforme de la milicia puesto. No perdí tiempo cuando salí del cuartel y vine casi volando hasta aquí antes de que mi padre llegue de su misión... es arriesgado, pero ya no soporto estar rodeada de disparos, bombas y lo que más me da miedo... Muerte. Esa palabra me carcome todos los días, pero no es que le tema a morir, le temo a morir sin nadie a mi lado, sin haber vivido lo suficiente, sin poder llevarme recuerdos hermosos y alguna historia que contar, algún amorío o travesura. Voy a recuperar algo de mi juventud y a vivir la que me queda.

—Vuelo 240 hacia Alemania, Berlín. Última llamada. — Escucho, salgo de mis pensamientos e inmediatamente voy corriendo con el pequeño bolso que lleva unas cuantas camisas blancas, pantalones con estampado de camuflaje, y mi ropa interior. Corro por todo el aeropuerto hacia mi vuelo antes de que me deje. Veo una azafata y ella me sonríe. Le entrego mi boleto y entro en el gran aparato de metal. Avión... los de la milicia son tan diferentes. Busco mi asiento y por suerte me toca en la ventana y todavía no ha llegado la persona que debería de estar a mi lado.

Después de una hora de vuelo, decido llamar al antiguo dueño de la casa que compré. Esta casa es la más alejada del pueblo y la más cercana al bosque. Es perfecta, aunque tuve que dar casi el doble del precio, ya que otra persona ya la iba a comprar. Pero yo di la mejor oferta. Después de saber dónde el señor dejó la llave, me acomodo en mi asiento. Por suerte, la persona que debería ir a mi lado nunca llegó y no tengo a nadie que me pueda molestar, porque sera un viaje largo.

«Siento que todo va demasiado bien.»

Horas después:

Llego a mi destino, la linda y hermosa Alemania. Paso por todo el aeropuerto buscando una salida y cuando la consigo tomo un taxi y le doy la dirección al señor.

— Señorita, solo puedo llevarla hasta la mitad del camino. Después tendrá que tomar otro taxi de la zona — dice el taxista.

Yo solo asiento. Después de un buen rato, unas dos o tres horas, él me deja y tomo otro taxi.

— ¿Falta mucho para llegar? — pregunto.

Miro alrededor y ya no hay tanta civilización.

— Falta como una hora, señorita — yo bufo. — ¿Me puede decir por qué escogió un pueblo tan peligroso como este? — pregunta él. Mi ceño se frunce, peligroso, qué raro.

Yo solo lo elegí porque fue difícil encontrarlo... o esa fue mi razón principal.

— ¿Por qué dice que es peligroso? — lo miro confundida, él me mira por el retrovisor.

— En este pueblo hay lobos y pumas... además de ciertas leyendas — dice con miedo. Solo ruedo los ojos, es algo obvio.

— Solo son leyendas para asustar a los niños traviesos — le digo.

Él me sigue viendo, la carretera es larga y está sola a excepción del autor en donde estoy, a nuestro alrededor solo hay árboles.

— La dejaré en donde comienza el pueblo... ni loco me atrevo a entrar en ese lugar — dice él, qué gallina es este hombre.

Después de un buen rato, empiezo a ver letreros avisando cuánto falta para llegar al pueblo. El vehículo baja la velocidad hasta que se detienen por completo. Le pago al taxista abro la puerta con mi bolso en mano. Este da media vuelta y arranca como si lo estuvieran persiguiendo. Veo el letrero.

Bienvenidos a Alwine. Población: 250 habitantes.

Según la información que saqué de internet, eran 500, pero bueno, el letrero es viejo. Seguro hay más. Veo una raya en medio de la calle que divide a este pueblo del otro que esta su lado el cual es más grande. Paso esa raya y siento un escalofrío que me hace estremecer. Lo ignoro y empiezo a caminar.

«Hola, nuevo comienzo... adiós estúpida vida emocional y hola vida medio normal.»

Después de un rato caminando, veo diferentes casas. Aunque es raro, son las 2:00 pm y no hay nadie en la calle. Quería preguntarle a alguien algunas cosas, pero no veo ni una miserable alma en este pueblo. Después de media hora caminado, llego a mi nueva casa. La identifico porque es la única que está tan adentro en el bosque.

Pero las fotos que me enviaron no mostraban que estaba realmente en el interior del bosque, pensé que estaba en el comienzo o al menos enfrente, tuve que caminar como unos cuatro o cinco minutos para llegar a esta, logre caminar en la dirección correcta porque hay un pequeño camino de tierra. Supongo que modifico las fotos para que se vendiera más rápido. Lo mejor es que con la propiedad tengo casi media hectárea de bosque. Esto es una de las dos cosas que pude sacar del ejército. La primera es que guardé cada centavo que me pagaban y segundo nos dieron a elegir varios cursos de idiomas para aprender y estar mejor preparados para las misiones. Elegí el curso de alemán porque siempre me ha llamado la atención este país y su historia.

Entro y veo que el dueño anterior de la casa dejó algunas cosas. Como un comedor, adornos e incluso tiene algo de leña para la chimenea. No me importa, por alguna razón él quería irse urgentemente de aquí. Me pongo manos a la obra y empiezo a limpiar. La casa tiene dos habitaciones y un baño, una pequeña cocina y una sala de estar. No es mucho, pero es perfecto para mí. Solo se escucha el sonido de un pajarito y lo demás es paz y tranquilidad.

Después de estar limpiando toda la casa por un buen rato, termino. Boté algunas cosas, pero por suerte la mayoría están en buen estado y me las quedaré. Además, así me ahorro un poco de dinero, pero tengo que hacer las compras ya que no hay ni siquiera una botella de agua en esta casa.

Después de caminar durante media hora, entro a un pequeño supermercado y empiezo a seleccionar la comida que me llevaré. Solo cosas naturales y nada con grasas y colorantes, ya que no me gustan esas cosas. Hay unas pocos clientes, estos me miran sin disimular. Pensé que no había nadie en este pueblo y no entiendo por qué me ven tan fijamente si me vestí solo con una camisa blanca y un pantalón con estampado militar y mis botas militares. No entiendo qué hay de raro en eso.

Pero no puedo juzgar, ya que es otra cultura y la intrusa aquí soy yo, supongo que no deben recibir personas nuevas muy a menudo y menos una extranjera.

Hago la fila para pagar, la cual no es muy larga. En total, son cuatro bolsas bastante pesadas, las cuales no son de plástico, porque al parecer aquí están cuidando el medio ambiente y todos ahora utilizan bolsas de tela u otro material que puedan reutilizar constantemente, lo peor es que tendré que caminar de nuevo media hora más. Voy hacia la salida, pero choco con algo duro. Levanto mi cabeza y veo a un hombre de 6,5 pies de altura o incluso más con cabello largo y de piel morena, un par de tonos más clara que la mía. Él me mira fijo, no es como la mirada de los otros clientes que me veían anteriormente, su mirada es extraña, pero lo peor es que está justo en la salida del local bloqueándome el paso.

— Permiso, por favor — digo obviamente hablando en alemán. Él solo me mira. Su respiración está agitada y su pupila dilatada.

Siento que jalan mi brazo y volteo, encontrando a una chica de unos 16 años más o menos.

— Hola, ¿cómo te llamas? Yo soy Eli — dice la chica.

Yo no respondo y me suelto de su agarre. Miro alrededor y estoy rodeada por tres hombres, incluyendo al moreno. Rodeo al tipo raro y salgo del local. Maldigo internamente porque tendré que caminar media hora para llegar, y con estas bolsas será más tiempo. La chica se atraviesa y se pone enfrente de mí.

— Oye, es de mala educación dar la espalda cuando te hablan — dice Eli. Yo la vuelvo a ignorar. Es obvio que no me gusta ser muy sociable y menos con gente que no conozco, además vengo de un vuelo de más de ocho horas y acabo de limpiar una casa entera — Tengo 17 años y vivo en este pueblo desde que nací. Si quieres, te llevamos a tu casa — se ofrece y sonríe amable.

— No, gracias — le respondo. Está loca si cree que iré con una total desconocida. El mismo tipo raro se atraviesa e impide que siga caminando.

— Mi hermano quiere que te llevemos — ella me quita dos de las bolsas y yo se las arrebato.

— No, gracias, y adiós — le digo, ya fastidiada por la situación. Rodeo nuevamente al tipo, pero siento como me jalan del brazo y veo que es la chica.

— Tú vienes con nosotros — me jala, pero ni siquiera me mueve un centímetro. — Eres muy fuerte para ser tan pequeña — trata de jalar mi cuerpo otra vez, pero al final se cansa y no lo logra. — Por favor, en este pueblo no hay muchas mujeres. Solo te llevaré a tu casa y seremos mejores amigas — dice, y yo solo tengo ganas de reír. No confío en nadie tan fácilmente y menos en estos alemanes.

Camino con las bolsas en dirección a mi casa, ignorando sus llamados para que me suba a una camioneta. Después de 15 minutos, me canso y veo un banco y me siento.

— ¿Qué tal un helado? — me ofrece. Yo solo la miro como si estuviera loca.

— No es por ser grosera, pero se nota que tú no entiendes indirectas.

Ella se levanta y después de unos segundos viene con un helado para todos.

— Él es Kurt — señala al hombre de 6,5 pies con tez morena. — Él es Adal — señala a un tipo cuatro pulgadas más bajo y de piel blanca. — Y mi último él es Anton, los tres son mis hermanos — me entrega un helado y solo lo tomo porque está con la envoltura todavía. — ¿Cuál es tu nombre? — cuando lo pregunto los miro a todos y tienen su mirada en mí, especialmente el moreno. Tengo que admitir que es guapo. — ¿Nos dejas llevarte a tu casa? — solo bufo, termino aceptando.

Aunque sean desconocidos, dudo que sean un peligro para mí. Tengo suficiente experiencia para saber quién es un peligro para mí o para otros, y quién es un simple civil.

Unos minutos después, ellos me dejan cerca, aunque les hice creer que mi casa es otra. Pero después de que se van, camino unos pocos minutos adentrando al bosque y entro a mi casa.

Ya con todas las cosas que compré guardadas, salgo al pequeño balcón que tengo en mi cuarto. Ese tal Kurt es guapo, pero algo raro. En todo el camino, cada uno estuvo tratando de sacarme conversación, pero él solo me veía mientras manejaba y trataba de estar lo más cerca de mí. No sé por qué estoy pensando en ese hombre.

Después de horas, me doy una ducha y me voy a dormir. Aprovecho para no ponerme piyama, antes en el ejército no podia hacerlo, pero ahora estoy en mi propia casa y puedo darme el lujo de dormir sin ropa.

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