80. Hola, niña.

Eve se quedó sola, a menos que contáramos a los cientos de Vigilantes que seguían cada uno de sus movimientos. Un par de mujeres se le acercaban durante el día, pero no demasiado; se aseguraban de permanecer ocultas en las sombras.

—Para no asustar a la Reina —decían.

—Sí, el estrés innecesario es...