Capítulo 37 Me quieres, ¿no?

Esperé ese beso durante unos buenos segundos, pero no llegó. Abrí los ojos con las mejillas calientes. Me miraba con firmeza, pero aun así sus ojos traicionaban los sentimientos encontrados que chocaban de frente. Él me deseaba, maldita sea, tanto como yo. Entonces, ¿qué lo detenía? Si yo, que había...

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