Capítulo 5 No siempre fue así
Ambos me miraron como si estuviera loca, pero solo por un corto tiempo, mientras sus ojos se cruzaban, como si yo fuera solo una molesta mosca.
Estaba claro que no habían terminado su acalorada discusión, o tal vez incluso esta tonta pelea.
—¡Vete!— Balthazar ordenó, mirando al otro hombre.
—¿Me voy y los dejo pelear como dos niños?— Dije con voz temblorosa, porque no podía controlar mis emociones negativas sin importar cuánto lo intentara— ¡De ninguna manera!
El extraño se echó a reír, una carcajada ruidosa. Se pasó una mano por el labio sangrante y me miró con interés.
—Tú debes ser Celia, ¿verdad? Ingrid me dijo que eres un personaje fuerte, pero pensé que solo lo decía porque te contrató como niñera— sonrió y supe de inmediato que dijo la última palabra solo para molestar aún más a Balthazar.
Me di cuenta de que era el sobrino del que hablaba la señora Jess. No sabía que su primer nombre era Ingrid.
—Yo no soy su niñera— respondí bruscamente.
Vino hacia mí, sus ojos brillaban divertidos.
—Tom Senji— dijo, tendiéndome la mano y dándome una mirada amistosa.
Miré su mano, luego la expresión exasperada de Balthazar que decía que estaba viviendo un tormento.
—Celia Smith— mi voz no era más que un susurro.
—Celia Smith— inclinó la cabeza ligeramente— Eres nueva aquí, ¿no?
—Llevo aquí siete meses.
—Siento no haberte visto antes— sonrió con picardía— Vivo en Tala. Solía venir a Ghyro bastante a menudo, pero ahora no tengo que hacerlo. Mi tía me envió para ayudarte, así que probablemente nos veamos seguido de ahora en adelante.
Balthazar maldijo, atrayendo la atención de ambos.
—¿Qué tal si ambos desaparecen?— espetó, sirviéndose otro vaso de whisky— Quiero mi paz de vuelta.
Abrí la boca para decirle que eso no iba a pasar, pero no esperó una respuesta. Salió de la sala con su vaso, y pronto se le pudo escuchar subiendo las escaleras, murmurando insultos hacia nosotros.
—Es por eso que ya no vengo más— se quejó Tom, mirando hacia la puerta por la que había desaparecido su primo— Él se volvió loco— Un suspiro escapó de sus delgados labios, luego me miró— Si yo fuera tú, me escaparía de aquí.
—Como si tuviera adónde ir— me reí secamente, luego me acerqué a las bolsas que se me habían caído de las manos y comencé a ponerles de nuevo los productos, ya que la mayoría se habían salido.
Tom me siguió y llegó a mi nivel mientras se inclinaba para ayudarme.
—¿Así que supongo que estás aquí para ayudarme, como me dijo la Sra. Jess?— Pregunté, levantando una ceja.
—Cualquier cosa que necesites— sonrió.
—Tengo que hacer fuego en la sala y en mi dormitorio— le dije un poco avergonzada que lo pondría a trabajar— Tal vez tambien habrá que hacer fuego en el dormitorio del Sr. Balthazar.
Los ojos verdes de Tom estaban muy abiertos, tanto que casi se confundían con el blanco que los rodeaba. Cuando me di cuenta de que estaba mirando, giré la cabeza.
—¿En el dormitorio de Balthazar?— repitió mis palabras, divertido— Veo que te tomas tu trabajo en serio. Ingrid estará feliz de saberlo.
— Estoy tratando de hacer lo que puedo— digo, metiendo los plátanos en la bolsav Pero es algo así como...
—¿Difícil?— completo la oración
Ambos nos pusimos de pie y caminamos hacia la cocina, dejando las compras en la mesa.
—Sí, es un hombre difícil— admití— Pero esos son mis deberes.
No tardé ni media hora en hacer fuego en la chimenea de la sala y en mi dormitorio, sonreía de oreja a oreja al ver que en la noche estaría calentita, y por eso le agradecí mil veces a Tom, que me aseguró que todo estaba bien y que estaba feliz de poder ayudarme.
Pero ahora venía mi parte difícil, el fuego en el dormitorio de Balthazar.
—Probablemente no te dejará— dijo Tom mientras nos dirigíamos a su habitación, un paso a la vez.
—Al menos tengo que intentarlo— murmuré— Um, Tom, gracias por aceptar esto, después de lo que pasó... antes.
—Lo hago porque mi tía me lo pidió y porque tiene sentido que no tengas idea de cómo hacer fuego. No para él. Si fuera por mí, estaria congelado y no me importaría.
Resoplé, mirándolo brevemente.
—Nunca tuve que aprender hacer esto. Si no estoy siendo demasiado entrometida, ¿qué pasó antes?— Le pregunto a medias, porque no sabía si estaba bien preguntarle algo así, y no quería meterme demasiado en los problemas de Jess.
Mi pregunta dejó un silencio opresivo y tenso entre nosotros. Estaba empezando a arrepentirme de meter la nariz donde no era asunto mío. Estaba claro que algo estaba pasando, algo que había mantenido a Balthazar escondido, como lo había acusado Tom.
—Me gustaría decírtelo, pero no puedo. Todo lo que puedo decirte es que Balthazar no siempre fue así. Era un tipo divertido, simpático y alegre. Ahora es un desastre insoportable, si me preguntas.
Así que algo lo había hecho así.
—Entiendo. Asuntos familiares, sonreí para aliviar la atmósfera ya cargada.
Y realmente entendí cómo era. También tenía cosas familiares que no quería revelar ni hablar, por eso dejé todo atrás y vine aquí para empezar de cero.
O al menos intentarlo.
XXX
Pero no me imaginé lo que iba a encontrar después de que Tom se fuera, en el camino hacia la habitación de Balthazar.
El mismo hombre de ojos hielo estaba tirado en suelo completamente ebrio y vulnerable.
— ¡Vamos!— Dije con voz ronca e insegura— Déjame ayudarte a ir a tu dormitorio— Traté de levantar a Balthazar, pero era demasiado pesado para mí y parecía un poco débil.
En mi estúpido intento, lo único que conseguí fue dejarme arrastrar por su peso y caer encima de él, apoyando mis manos en su pecho.
¡Oh Dios! Ahora mis manos tocaban su pecho desnudo y su cálida piel se sentía extrañamente agradable bajo mis dedos. Al mismo tiempo, podía sentir el ritmo de alerta de su corazón. Estaba más que avergonzada.
Miré hacia arriba, conteniendo la respiración, y por algún milagro de Dios vi que su mirada no era dura y enojada, como esperaba. No. Sus ojos ya no eran fríos como un glaciar milenario, sino cálidos, más bien acalorados. Me mordí la lengua mientras levantaba la mano a cámara lenta, como si dentro de él se estuviera librando una batalla entre el alcohol que nublaba su mente y la parte despierta llamada conciencia. No pensé más, porque si lo hubiera hecho, me habría agachado en el momento en que sus dedos tocaron mi mejilla y sus labios se separaron.
—Celia, si eres una chica lista te irás de aquí— susurró y su mirada se perdió.
No soy tan lista, porque ni quiera puedo tratar de quitarme de encima, me dije, luego sentí un hoyo en mi estómago mientras dejaba que sus dedos se deslizaran por mi mejilla.
—Vamos a sacarte de aquí— me aclaré la garganta, separándome de él— Pero trata de ayudarme, no puedo levantarte sola.
Sorprendentemente, escuchó mi súplica y de alguna manera logré ponerlo de pie. Puse un brazo sobre mis hombros para tener más apoyo y sostuve su espalda para soportar su peso.
—Voy a tener que hacerte dormir en el sofá— le dije sin aliento, porque este hombre no era nada fácil, y subirlo hubiera sido imposible.
—Haz lo que quieras, no me importa— murmuró, tratando de seguir mi ritmo de caracol— Y, Celia, si vuelves a llamarme señor, te obligaré a irte, sea de día o de noche
Estaba segura de una cosa. No perdió su encanto rudo incluso cuando apenas podía hablar debido al alcohol.


























































































