CUARENTA Y SEIS

Lucas sonrió, sintiendo una ola de alivio. Se levantó y la abrazó cálidamente.

—Gracias, muñeca linda. Te prometo que no te arrepentirás.

Ella apoyó la cabeza contra su pecho, sintiendo el latido constante de su corazón.

—Confío en ti, Lucas. Solo necesito sentir que estamos avanzando, ¿sabes?

L...

Inicia sesión y continúa leyendo