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—¿Q—qué quieres?— Tuve que aclarar mi garganta para asegurarme de que no sonara ronca y revelara que estaba llorando.

—Fuiste tú.

Sus palabras me hicieron fruncir el ceño, hasta que lentamente tuvieron sentido.

Aún lo señalaba.

—La chica en el hospital. La que me salvó.

No me había dado cuenta ...

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