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— Vamos Kayla, no seas así — le dijo suspirando con fastidio.

— Te hubieras comprado una muñeca inflable — Susurró ella por lo bajo.

— ¿QUÉ DIJISTE? — Preguntó él aunque la había escuchado perfectamente.

— Nada — respondió ella con mala cara.

— Ya, no quiero que peleemos — él se acercó y le dió ...