Capítulo 237

En la tenue luz, el rostro cincelado de Arthur estaba marcado por la tristeza. El coche estaba inquietantemente silencioso.

Después de un rato, la voz ronca de Arthur rompió el silencio.

—Lo siento. Me encargaré de la tía Gabriella. Prometo que no te molestará más.

—No necesitas disculparte. Solo...

Inicia sesión y continúa leyendo