Capítulo 74

La luz plateada llenaba cada rincón de la caverna, iluminándola como si fuera de día. Pero no era la luz del sol, ni la luz de las linternas que colgaban sobre nuestras cabezas.

Era yo.

Podía sentir la luz en mis venas, ardiendo como mil soles, y sin embargo, todo lo que podía pensar era en Alaric...

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