Sus ojos sobre ella.

Mientras tanto, en el interior, Rebeca, aún temblorosa, se aferraba a Antonia. La muñeca en el suelo era una prueba tangible de que Grey seguía acechándola, incluso desde la prisión.

—¿Qué vamos a hacer, Antonia? —la voz de Rebeca era apenas un susurro, llena de desesperación.

Antonia la miró con ...

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