El amor es para los perdedores

Katia regresó a casa a eso de las 3 de la mañana, había bebido vino de más y la casa era un total silencio, una paz que le confirmaba que su esposo no había regresado. Se dirigió a la habitación de su hija, que aún dormía, y eso le generó más calma. Una sonrisa traviesa surgió en ella.

—Señora... —...

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